
El geólogo Bill Chadwick, de
la Universidad
de Oregón, y Nooner Scott, un geofísico de la Universidad de
Columbia (Nueva York) vigilaban el volcán desde hace más de diez años. En 2006,
publicaron un estudio en el que indicaban que el Axial entraría en erupción
antes de 2014. Su proyección se basaba en mediciones de la presión en el fondo
del océano. La superficie del volcán se inflaba como un globo a una
velocidad de 15
centímetros por año, lo que indicaba que el magma
se alzaba en la chimenea del volcán y se acumulaba bajo la cumbre.
Tres metros hacia abajo
Cuando el Axial entró en
erupción en 1998, el fondo de su caldera (que contiene la cámara de magma) se
cayó de repente 3,2
metros , mientras que el magma salía a la superficie.
Visto lo ocurrido, los investigadores imaginaron que el volcán volvería a
entrar en acción cuando se inflara de nuevo hasta ese mismo nivel. «La erupción
de un volcán es particularmente difícil de predecir, aún más en los montes
submarinos», asegura Chadwick, director científico de la última expedición
financiada por la NOAA
y la National Science
Foundation. «Ser capaz de monitorear el volcán Axial y determinar que
estallaría en un corto período de tiempo es muy emocionante», apunta. «Este es
el único volcán en el mar cuya actividad ha sido medida durante un ciclo
completo hasta la erupción», añade Scott.
Este tipo de volcanes son
muy importantes para conocer hasta dónde puede llegar la vida, ya que a su
alrededor, áreas infernales de altísimas temperaturas, habitan criaturas
capaces de vivir en condiciones extremas.
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