
Con motivo del último
lanzamiento del Atlantis, que ha puesto fin a la era de los transbordadores,
una intervención pública del administrador de la NASA , Charlie Bolden, dejó
patente hace unos días que el futuro de la carrera espacial norteamericana era
cuando menos incierto. Se esperaba que Bowler anunciara al menos una fecha para
revelar los detalles del SLS, pero esto no sucedió.
Menos complejo Las partidas
para la construcción del SLS pueden verse en peligro, invitando, como ya ha
ocurrido, a un diseño más modesto y menos sofisticado. De momento, se
conoce que el lanzador utilizará la tecnología de los transbordadores y que,
con el tiempo, podrá alcanzar las 130 toneladas. La primera etapa tendrá un
diámetro de 8,4 metros
y contará con los motores criogénicos del transbordador en sus primeros vuelos,
aunque posiblemente más adelante se cambie esta versión.
Los retrasos en la
construcción del cohete pesado ponen en duda que el proyecto, tan poco
atractivo para la clase política norteamericana por su elevado coste, pueda
convertirse en realidad. Una vez más, el futuro espacial parece destinado
a acabar en manos privadas.
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