El enigmático, reservado y visionario Steve
Jobs, ha muerto hoy a los 56 años, ha anunciado Apple. Jobs era mucho más
que el consejero delegado de Apple. Nunca antes una marca estuvo tan asociada a
una persona. Su contribución al mundo tecnológico le convierte en uno de los
grandes innovadores de los últimos 75 años, en un transformador de la
industria. El Thomas Edison del siglo veintiuno hizo del ordenador un artilugio
simple de usar, cambio la manera de hacer negocio con la música a través de
Internet y lanzó la telefonía móvil en otra dimensión.
Apple fue fundada en abril
de 1976, en un garaje en Los Altos (California), tal y como mandan los cánones
del sueño americano. Al lado de Steve Jobs estaba su compañero de estudios y
amigo Steve Wozniak. El dúo era perfecto. Jobs, que entonces tenía 21 años, se
encargaba de las ideas y de vender el producto. Wozniak se dedicaba a las
cuestiones de ingeniería que daban vida a complejos artilugios tecnológicos.
Así, y con un respaldo
financiero de 90.000 dólares, nació su primera computadora, Apple I, con una
visión: popularizar el uso de los ordenadores personales, llevándolos de las
oficinas a las casas. En 1977 llegó su primer éxito, con el Apple II, la
primera computadora producida en masa para el consumo. En tan sólo dos años, la
facturación de la compañía se multiplicó por quince, de los 7,8 millones de
dólares hasta los 117 millones, lo que les convirtió en multimillonarios antes
de cumplir los 25 años.
La famosa manzana
El popular símbolo de la
manzana con un bocado al lado derecho lo tomó de los Beatles, que utilizaban la
imagen de la fruta del pecado original en sus discos a final de la década de
los años 1960. La elección le costaría después una intensa batalla legal para
su uso en la tienda electrónica iTunes, donde la música de la legendaria banda
de Liverpool estuvo ausente hasta otoño de 2010. Era sólo el inicio de lo que
estaba por llegar, en una época en el que el IBM era el gigante a batir.
Steve Jobs nació un 24 de
febrero de 1955 en San Francisco. Sus padres biológicos, Abdulfattah Jandali
-de origen sirio- y Joanne Schieble no estaban casados. Fue adoptado por Paul y
Clara Jobs. Se crió en el seno de una familia con pocos recursos. Y abandonó la
universidad, porque sabía que las oportunidades estaban fuera de las aulas.
A los 12 años, ya había
escrito a William Hewlett para hacer unas prácticas en su compañía, HP. Le
gustaba la ingeniería, y ya de niño no sólo tenía claro que sería rico, además
tenía la ambición de llegar a ser uno de los más grandes entre los grandes, tan
popular como Shakespeare o Einstein. A Jobs le fue diagnosticado un cáncer
de páncreas en 2004. Lo hizo público un año después, en el discurso de
graduación en la Universidad de Stanford.
Una larga enfermedad
En abril de 2009 fue sometido
a un transplante de hígado, tras negar durante meses los rumores sobre su
delicado estado de salud. En septiembre de ese año reapareció en público para
lanzar la tercera generación del popular reproductor iPod. Alarmantemente
delgado, y con la voz muy débil, aprovechó para hacer campaña por la donación
de órganos.
Aunque se le considera uno
de los grandes innovares de la historia, no fue porque creara nuevos productos.
Jobs ni inventó el ordenador personal, ni el ratón, ni los reproductores
digitales de música, ni los teléfonos inteligentes, ni las tabletas, ni las
tiendas electrónicas de música o de libros. Y estaba obsesionado con la
competencia, a la que forzó a redefinir sus estrategias.
Jobs tuvo la capacidad de
simplificar la tecnología existente y explotar su potencial, en el momento
adecuado. El Mac que hoy se conoce debutó en el mercado en enero de 1984, como
el primer ordenador que presentan todas sus funciones de una manera gráfica. Y
lo dotó de un ratón, para que el usuario pudiera desplazar el cursor por la
pantalla y con un simple click activar las funciones de los distintos
programas. Simplificó la complejidad.
Un invento para la historia
El Macintosh marcó el
futuro, a pesar de que sus funciones eran limitadas y su uso cuestionable. Para
explotar el potencial de la nueva máquina, Jobs necesitaba un buen programa que
le diera vida. En ese momento acudió buscando ayuda al joven Bill Gates, sin
saber que con el paso del tiempo se convertiría en su gran rival en Microsoft.
Su enemigo entonces era IBM. Las ventas decepcionaron y el PC del Big Blue dominaba
de forma aplastante.
La tensión en el seno de
Apple creció. Y un año después, Steve Jobs se vio forzado a abandonar la
compañía por las diferencias que tenía con su entonces consejero delegado John
Sculley, al que había contratado dos años antes de Pepsi. No estaban de acuerdo
en cómo estaba llevando el negocio. Pero Sculley, un ejecutivo con más
experiencia y madura, tenía el respaldo del consejo.
Los titulares de la época
hablan del fin de una era. Pocos ejecutivos en la historia corporativa sufrieron
un golpe así y lograron reponerse. Con 30 años, Jobs creó otra empresa, NeXT
Computer en un intento por reinventar Apple con una ambición: cambiar el mundo.
Pero tuvo serios problemas para abrir hueco en el mercado a un ordenador de
esas características y a un precio tan alto como el que ofrecía.
El nacimiento de Pixar
El secretismo le permitió
hacer ver más de lo que en realidad había. Y con la empresa rozando la
bancarrota, se concentró en su sistema operativo y empezó a explorar nuevas
oportunidades. En 1986 se hizo con la división gráfica por ordenador de
Lucasfilm, por la que pagó 10 millones a George Lucas. Y así nacieron los
estudios de animación Pixar, creadores de Toy Story y Finding
Nemo.
Demostró a Hollywood que los
ordenadores pueden dar rienda suelta a la imaginación y llegar al público
general. La tecnología lo permitía. Robert Iger, entonces consejero delegado de
Disney, lo entendió perfectamente y no se lo pensó dos veces antes de
comprar Pixar por 7.500 millones. Empezaba así a forjarse una nueva era, en la
que Jobs se consolidaría como una estrella.
NeXT sería adquirida por
Apple en diciembre de 1996, por 400 millones. Y ocho meses después de
integrarse en el gigante de la manzana, Steve Jobs fue nombrado consejero
delegado interino de la compañía de Cupertino. Su puesto al frente de Apple se
haría permanente en enero 2000, en lo que estaba llamado a ser en el retorno
más importante en la historia corporativa de EE UU.
La vuelta del exilio
Todo lo que construyó en una
década estaba destruido y hundido en pérdidas, y Microsoft dominaba el 80% del
mercado de PC. Jobs se reincorporó tras 12 años de exilio a la compañía que
creó cargado de ideas para resucitar Apple, como el iMac. La computadora fue
lanzada un año después con un éxito rotundo. Pero lo que abrió sus productos al
consumo en masa fue el reproductor iPod y la tienda electrónica iTunes, para la
descarga legal de música.
Así rompió el nicho en el
que estaba metido Apple, lanzando nuevos productos más allá de los PC y poco a
poco la suerte de la compañía empezaría a cambiar. La cuadratura del círculo llegó
en junio de 2007 con el teléfono móvil interactivo iPhone. Jobs consiguió así
crear un atractivo de los consumidores hacia los Mac, que eran vistos como un
club reservado al diseño y la publicidad. En la primavera de 2010 se le
sumó la tableta iPad.
Steve Jobs, que se
presentaba en público en vaqueros y camisa negra con cuello de tortuga, era una
persona obstinada, apasionada, egocéntrica, arrogante y perfeccionista. Era
también un genio de la promoción y la imagen. El anuncio que utilizó para el
lanzamiento del primer Macintosh rompió moldes y está considerado como uno de
los 50 mejores en la historia de la televisión. La estética es otra de las
claves de su éxito, toda una declaración de diseño.
Jobs, imagen de Apple
Jobs era la imagen de Apple
y su historia define la de la propia Silicon Valley. De hecho, podría decirse
que hay un antes y después en el mundo tecnológico que lo marca Apple. Una
combinación difícil de replicar que le permitió conectar la tecnología con las
tendencias, y que explica el tsunami mediático que acompaña a cualquier
artilugio que lanza al mercado.
Apple hace tambalear el
mercado en el que penetra, porque sus productos son simples y marcan tendencia,
como demuestra el caso del ratón. Y en torno a ellos es además capaz de crear
un verdadero ecosistema, en el que todos conviven en armonía. Pero eso en Wall
Street dicen que no es conveniente apostar contra Apple cuando lanza un nuevo
producto.
La revista Fortune nombró por todo esto a
Jobs "empresario de la década", y no sólo por la manera en la que
llevó las riendas de Apple y su impacto en el mundo de los negocios. Los
editores de la publicación financiera destacaron su influencia en la cultura
mundial. "Cada día, algún estudiante, empresario o diseñador que se
enfrenta a un problema se pregunta: ¿qué haría Jobs?".
Tan ingenioso como
misterioso, Jobs fue el punto fuerte de Apple. Tres décadas durante las que
redefinió o reinventó la tecnología de consumo, creando productos que el más
corriente del ciudadano no sabía que iba a necesitar. Pero la imagen del
"hombre de negro" está tan vinculada a la marca que eso le convierte
a la vez en su principal vulnerabilidad.
Jobs sabía vender el
producto, y tenía talento de distorsionar la realidad de tal manera que el
público estuviera dispuesto a pagar más por ellos que los de la competencia. El
éxito del iPhone, a pesar de sus problemas, es el más claro ejemplo. No era una
cuestión de números, si no de emociones. Y eso es lo que crea todo tipo de
preguntas sobre una Apple sin su gurú.
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