
Alegre, hablador, bromista. Feliz. Así se presenta el Farruquito actual,
Juan Manuel Fernández Montoya (Sevilla, 1982), que de nuevo se siente artista
después de trágicas circunstancias que marcaron su vida los últimos años,
aunque "de esas cosas no quiero hablar", deja enseguida claro.
El bailaor gitano, que
recientemente presentaba por última vez su espectáculo Puro en la 51
edición del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión , estrenará el próximo
día 15 de septiembre en Madrid (Teatro Compaq Gran Vía) su nueva creación: Baile
flamenco, que supone su regreso a los escenarios de la capital de España
después de mucho tiempo.
"El baile es mi vida, lo
es todo para mí y me siento feliz bailando, y creo que, al ser feliz yo,
transmito esa alegría al público, lo hago feliz también, veo que disfruta y se
emociona", dice para explicar su actual estado de ánimo. Y añade:
"Tengo la suerte de ser entendido por el público, hay artistas que lo
hacen muy bien pero que no son entendidos, yo tengo esa suerte". ¿No nota
ya la actitud de un sector del público, como le ocurrió hace unos años a raíz del
accidente en el que murió una persona?: "No -dice rotundo-, no hay nada de
eso, y si hay algo yo ni lo veo ni lo escucho".
Farruquito es nieto, hijo y
hermano de una estirpe inagotable de bailaores -comenzando por su abuelo, el
gran Antonio Montoya, Farruco, ya desaparecido-, que ha sido los últimos
años origen de buena parte del mejor baile flamenco, del baile gitano, racial y
rotundo, que hermana la técnica avanzada con las raíces y el alma jonda.
"Desde luego mi gran
maestro fue mi abuelo, él, sobre todo, pues me enseñó a amar el baile, pero yo
soy muy curioso, estoy abierto a todo, trato de aprender de todos yendo a los
teatros o viendo vídeos", explica antes de expresar su admiración por
Michael Jackson, por sus temas y por su manera de moverse: "¡Como
bailaba...!", exclama lleno de admiración.
Asegura que no le gusta
llevar los espectáculos totalmente cerrados, que le gusta improvisar en cada
ocasión porque eso le permite ser más natural. "No soy amigo de
escenografías, de coreografías, de muchas luces, todo eso me parece secundario,
pero a mí me gusta el artista desnudo, sin ropajes, él solo con su arte".
Y lo cierto es que sus
últimos espectáculos han sido una sucesión de bailes flamencos, sin
escenografía, sin argumento ni historias narradas, como lo será el que
presentará en septiembre en Madrid y con el que después iniciará una gira por
varios países.
Sin embargo, viéndolo en los
ensayos con su compañía parece lo contrario: No para de corregir, está
pendiente de cualquier detalle. "Lo hago por inercia -explica- y porque me
gusta mucho crear, y viendo los espectáculos me doy cuenta de cosas que son
repetitivas y trato de corregirlas, pero todo lo hago por un disfrute personal.
A veces una letra me inspira un marcaje nuevo, estoy siempre buscando la creación".
¿Qué otras cosas han formado
o interesa al joven bailaor gitano? De entrada dice que le gusta el cante más
que el baile, si cabe. "Escucho mucho a Camarón o a Paco de Lucía, pero
también me he criado escuchando a los cantaores antiguos, desde la Niña de los Peines a Caracol
o Manuel Vallejo, sin olvidar al tío Chocolate". Y le gustan mucho algunos
maestros del fandango, como Carbonerillo, El Sevillano o Niño Gloria.
Farruquito, que estudió
hasta el bachillerato y llegó a hacer el examen de acceso a la Universidad (aunque a
esas alturas su total profesionalización no le permitió seguir estudiando),
encuentra la flamencura en ámbitos muy diferentes, por ejemplo, en la
literatura: "Siempre viajo con libros de García Lorca o de Neruda, también
de Machado, que me parecen autores muy flamencos".
Farruquito se ve en el
futuro "bailando o teniendo algo que ver con el mundo de la música, la
música me encanta, toda, no sólo el flamenco. Le pido a Dios que me siga dando
salud para seguir repartiendo alegría y llevármela al mismo tiempo yo del
público". Y también se ve "rodeado de niños, estoy loco por tener
algo de tranquilidad y tener unos cuantos". De momento, la descendencia,
debe esperar
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