
A la hora de seleccionar
pareja, la mayoría de las veces son las hembras las que deciden, un poder que
resulta fundamental para la evolución de la especie. Sin embargo, en
situaciones extremas, cuando el apareamiento conlleva canibalismo y riesgo de
muerte, son los machos los que pueden imponerse.
En el caso de la viuda negra
de América del Norte (Latrodecus
Hesperus), los nuevos experimentos revelan que los machos pueden
detectar las señales químicas delatoras en las telas que tejen las hembras, de
forma que saben cuáles de sus propietarias están bien alimentadas y cuáles
están hambrientas. La elección es clara. Copular con una hembra bien
alimentada y regordeta supone menos oportunidades de ser devorado y, por
otro lado, aumenta las propabilidades de que ésta ponga un mayor número de
huevos.
«Es una desgracia doble»,
dice a Inside Science Chad Johnson, investigador principal
del estudio. En la mayoría de las especies animales, las hembras dictan el
curso de la reproducción. Ellas trabajan duro para producir y proteger unos
pocos huevos, mientras que ellos generan una gran cantidad de esperma a un
coste personal muy escaso. Esta diferencia de «inversión» conduce a que los
machos sean promiscuos, mientras que las hembras son selectivas. Sin embargo,
en especies como la viuda negra, el riesgo de apareamiento es tan grande para
los machos que tienen que ser selectivos.
Rellenitas o famélicas
Para comprobar esta
hipótesis, los investigadores sometieron a un grupo de viudas negras a cuatro
experimentos en un laboratorio. En primer lugar, evaluaron si los machos
estaban más predispuestos a participar en un cortejo con hembras bien alimentadas
en vez de con las hambrientas, incluso si éstas estaban separadas, y eso mismo
es lo que sucedió.
En el segundo experimento,
los investigadores mezclaron a gorditas y hambrientas. De nuevo, los machos se
quedaron con las primeras. Después, los científicos pretendieron engañar a los
pobres machos poniendo a hembras bien alimentadas en las telas de las arañas
famélicas y viceversa. En esta ocasión, ellos se hicieron un lio y no mostraron
preferencia por las rellenitas que colgaban de la red equivocada.
Finalmente, los
investigadores enrollaron palos en las telas de las hembras y los mostraron a
los machos para saber si se trataba de un producto químico o una diferencia
estructural en la web lo que ponía al tanto a los varones. Una vez más, ellos
prefirieron las redes de las bien alimentadas, lo que respalda la idea de que la
clave está en algún producto químico desconocido en las redes que los machos
pueden oler.
Los machos «no son todos
cómplices de su propia muerte», señala Johnson. «Hacen lo mejor que pueden en
una mala situación». A pesar de sus esfuerzos, sin embargo, los machos de viuda
negra no sobreviven al apareamiento con frecuencia. El riesgo de ser devorado
depende de la especie de viuda negra e incluso hay algunas en las que los
machos pueden ser comidos antes del coito, algo, en verdad, aún más
extremo.
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