JESÚS ENRIQUE LEAL (El Sol de Margarita - Foto Yosmar Martínez).- Un juego de pelota no se limita a los nueve innings de acción, tampoco a la compra de entradas, de un perro caliente o una bebida en las gradas por parte de los fanáticos. Hay más elementos que influyen en el beisbol. Situaciones que no se ven desde la tribuna y que no permitirían a los peloteros brindar toda su calidad en el campo.
Es allí donde aparecen héroes silenciosos, que sin querer llamar la atención se convierten en protagonistas. Y aunque ellos insisten en no querer estar en el foco de la atención hay que colocarlos allí, porque sin su aporte no habría la misma calidad.
Ese es el trabajo de los trainers de beisbol Carlos “Gasolina” Ledezma, Jack Galindo y Luis Delgado, quienes tienen esa responsabilidad con Bravos de Margarita. Sin su aporte, buena parte de la posible clasificación a la postemporada no existiría.
Cronograma de trabajo
“A la 1:00 p.m. hacemos un calendario de lo que vamos a trabajar con cada pelotero. De acuerdo a las circunstancias los sacamos al terreno para hacer ejercicio por 45 minutos. Eso varía de acuerdo al tipo de lesión de cada jugador”, recuerda “Gasolina”, jefe del grupo, quien llegó a encariñarse con el beisbol venezolano gracias al único criollo en el Salón de la Fama de las Grandes Ligas: Luis Aparicio.
“Él me invitó a trabajar aquí cuando jugaba con Tiburones de La Guaira y después de 40 años aquí sigo”, rememora. Su responsabilidad se percibe en su forma seria de conversar. “Nosotros administramos el área y le reportamos lo concerniente a lesiones y ese tipo de problemas de los jugadores a (Luis) Dorante (mánager de Bravos)”.
Así como en el beisbol existen nuevas promesas entre los peloteros, en el cuerpo de entrenadores de Bravos también las hay. Jack Galindo y Luis Delgado son la muestra de ello. El primero atiende la parte física y terapéutica, mientras el segundo se encarga del stretching (estiramiento) y trote de los lanzadores.
Ellos asimilan el aprendizaje que “Gasolina” ha obtenido a lo largo de 40 años de trabajo, laborando con cinco organizaciones: Expos de Montreal, Marineros de Seattle, Piratas de Pittsburgh, Marlins de Florida y Mantarrayas de Tampa Bay. Con los bucaneros fue entrenador de un joven Barry Bonds y estuvo con los peces espadas en el título de la Serie Mundial en 1997 como encargado del clubhouse visitante.
Ha tenido que lidiar con infinidad de dificultades, incluso poner en condiciones a jugadores con fiebre y diarrea, como Tom Dixon con los Leones del Caracas en la década de los ochenta. El resultado: tiró nueve ceros.
Su llegada a los margariteños se produjo gracias a la amistad que tienen con el gerente general del equipo Rubén Mijares.
Lo que no se ve
Galindo recuerda detalles importantes que la fanaticada no conoce y que son esenciales para el buen transitar de un club. “Cuando estamos en la carretera hay ‘caballos’ del equipo como Henry Blanco que me piden ir más temprano al estadio. Nos vamos al mediodía y almorzamos allí”, detalla entre las tantas labores que cumplen consuetudinariamente.
Un elemento básico para el desarrollo del pelotero es el estiramiento, “lo solicitan mucho” comenta Galindo.
Agrega que “lo importante es llevar con calma las lesiones, pero sobre seguro. Esta Liga es muy corta, uno trata de rehabilitarlos con rapidez, pero la intención es salir al campo estando al máximo de condiciones”.
Su labor es incansable para que los peloteros salgan al campo al ciento por ciento de su nivel. “Somos los primeros en llegar y los últimos en irnos, porque nos quedamos atendiendo a todos los jugadores. No queremos ser protagonistas, los protagonistas son los peloteros”, remarca Galindo. Pero realmente hay que reconocer a estos señores, porque aunque ellos con humildad digan que no son protagonistas desde esta tribuna se les reconoce: ustedes son protagonistas.
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